La lluvia ha dejado su huella, mejor sus cicatrices en el Bajo Lempa en la forma de pisos enlodados, colchonetas apestosas, comida podrida, y la perdida de la memoria histórica.
A pesar de esta destrucción, el Bajo Lempa está movilizándose para recuperar lo que han perdido.
Ayer unos 35 voluntarios de comunidades en Segundo Montes, los municipios de Osicala, Chilanga, y San Miguel llegaron ayer a la comunidad de Nueva Esperanza, Usulután para apoyar la lucha para reponer la comunidad. Los voluntarios eran compuestos de jóvenes de la OSCA y miembros del comité pastoral de Segundo Montes. Una colaboración entre CONJUVE, Gobernación, y la Policía Nacional Civil dio la transportación.
Llegando al Centro Pastoral en Nueva Esperanza, los voluntarios fueron divididos entre cuatro equipos: de cocina, del Centro Pastoral, y dos equipos para trabajar en las áreas de la comunidad.