Por Balmoris Hernández
Nació el 16 de septiembre de 1989. Actualmente tenía 22 años. Recientemente había finalizado el segundo año de enfermería en la Universidad Andrés Bello. Por sus excelentes notas y su espíritu de servicio a la Comunidad era beneficiaria de una beca, con la cual luchaba por hacer realidad su sueño.
Patricia comenzó su formación humana en la Pastoral Juvenil de la Comunidad Segundo Montes en donde sintió el llamado y descubrió que Dios está y camina junto a los más humildes y que es un Dios de libertad. Más adelante su vocación y amor por la juventud la llevó junto con 7 jóvenes más (Donatila Argueta, Gumercinda Argueta, Balmoris Hernández, Teresa, Yaneth Sánchez, Ana, y Cornelio García) a fundar la Organización Social Casa Abierta ‘OSCA,’ una organización a la que se entregó por completo. Desde su fundación formó parte de la estructura de Coordinación.
Se destacó en muchas funciones. Promovió los valores de la solidaridad, la justicia, y el amor. Se le veía alegre y jovial en cada actividad: caminatas, convivios, campamentos, talleres, capacitaciones, y foros. En cada una de estas actividades aportó ideas y su persona.
A pesar de sus tareas universitarias, Patricia siempre dejaba espacio para sus reuniones semanales, aun debajo de la lluvia o a altas horas de la noche siempre trataba de estar. Su compromiso la llevó a fundar un grupo juvenil de La Ladrillera siendo la animadora del mismo, acompañando a sus jóvenes y tratando de comprometerles.
Recientemente Patricia participó en el encuentro Departamental de Juventud en donde presentó a la Organización ‘OSCA’ y en el Foro Municipal con los candidatos a Alcaldes de Meanguera a los cuales les preguntó por el empleo juvenil. Un día antes de su muerte participó en lo que sería la última reunión del año y para finalizar su año de estudio.
El día miércoles 28 de diciembre a las 6 de la mañana corría la terrible noticia que nos golpeó fuertemente a todos: ‘’Patricia había muerte en un fatídico accidente de tránsito. ’’ Desde que se supo esta noticia todos los integrantes de OSCA comenzamos a solidarizarnos con ella, paradójicamente habíamos preparado un convivio pero no participaron todos por el tiempo de cada uno.
Sin embargo, Patricia con su muerte nos convocó a todos. Estuvimos presentes en cada minuto con su cuerpo. Su vela fue plagada de jóvenes que ocultando nuestra tristeza nos decidamos a cantar como a ella le gustaba. El día siguiente de su entierro, hicimos un recorrido desde su casa hasta el cementerio, a paso lento como si no quisiéramos llegar nunca al lugar donde descansaría para siempre. Caminamos al lado, delante, y detrás del carro que cargaba su ataúd. La cargamos en nuestros hombres, como a un ángel que duerme y sueña con un mundo diferente. Paso a paso nos acercamos a su tumba donde la enterramos, finalmente todos los compañeros de OSCA rodeando su tumba.
Hicimos el compromiso de no abandonar el proyecto de OSCA. Luchar con todas las fuerzas para que cada día más jóvenes se integren y para que los frutos sean más. Sellamos nuestro compromiso con la canción nuestra que ella muchas veces cantó.
‘Aquí está mi casa abierta,
Hay un plato por ti en nuestra mesa,
Sombra de árbol para tu cabeza,
Libro abierto a mi vida y tu alma.
Casa abierta
La amistad no cuestiona tu credo
A la tierra le gusta que amemos
Sin distingos de culto y bandera.’